La primera constancia histórica de la aplicación de tipos de interés se remonta a la antigua Mesopotamia, hace cinco milenios. También en la antigua Grecia y antigua Roma los tipos de interés eran comunes y, aunque han sido objeto de debate en determinadas épocas, han ido sobreviviendo hasta nuestros días, ya que es el que permite poner un costo al dinero y rentabilizar el riesgo que tienen todas las transacciones económicas y financieras.

Adicionalmente a rentabilizar el riesgo debemos entender que la naturaleza del concepto del interés está más asociado al precio que asignamos al tiempo. Es decir, es el precio de demorar incentivos económicos en el presente para aumentarlos en el futuro y explica por qué cuando bajan los tipos de interés en exceso pueden distorsionar la economía global al aumentar la preferencia temporal de un disfrute presente sobre el futuro. Por lo anterior, yo no esperaría actuaciones imprudentes de los bancos centrales este año.

Más allá del precio del tiempo, ese costo temporal que modela nuestras decisiones, ¿cuál es el valor que asignamos al tiempo? Los filósofos desde la antigüedad han reflexionado sobre la naturaleza efímera de la vida humana, y sabemos que el paso del tiempo es un río constante que fluye sin pausa.

Un recurso tan escaso como el tiempo debiera de centrarnos en descubrir su valor intrínseco: la oportunidad de obtener una «rentabilidad» diferente con valiosos dividendos orientados hacia nuestro crecimiento personal y contribución a la sociedad, así como el posibilitar nuestras principales metas y aspiraciones.

La comprensión del valor del tiempo, como oportunidad, debe convertirse en una invitación a la reflexión y la acción, para que en el futuro podamos cosechar mejores frutos. Rentabilicemos el tiempo teniendo claras nuestras prioridades, valores y propósitos, planificando y evitando las distracciones, que facilitarán tomar mejores decisiones para alcanzar una vida plena y significativa.

Recuerden la célebre sentencia de Quevedo: «Sólo el necio confunde valor y precio». En esencia, el valor del tiempo es la oportunidad que tenemos para enriquecer nuestras vidas y las de los demás.

Artículo publicado previamente en diario Sur por el mismo autor, el lunes 22 de enero de 2024