El profesor de Harvard Dani Rodrik en ‘La paradoja de la globalización’ (2011) planteó el llamado ‘trilema de Rodrik’, abriendo un debate sobre los riesgos de la globalización y sus efectos en la democracia y soberanía de los países. En su opinión las tres opciones simultáneas son incompatibles y nos veríamos obligados a escoger solo dos de ellas, porque una de estas fuerzas tendría siempre un desgaste o debilitamiento.

Considerándolo, debiéramos de escoger entre: (1) disponer de un mundo hiperglobalizado con una democracia muy asentada, a cambio de sacrificar parte de nuestra soberanía nacional, (2) conservar plenamente nuestra soberanía nacional y democracia interna, pero sin integrarnos completamente a la globalización, o (3) sumarnos a la globalización manteniendo nuestra autonomía nacional, sacrificando parcialmente la democracia interna.

Como ejemplos, la apuesta de la Unión Europea por la globalización y democracia obligó a renunciar áreas de la soberanía nacional, China abrazó la globalización con fuerte autonomía nacional relegando la democracia, o Trump y el ‘Brexit’ fortalecieron la soberanía nacional frente a la globalización.

Aunque la globalización debiera de abordarse para mejorar las condiciones económicas y sociales de las personas en el mundo, ha primado más el desarrollo del comercio y las finanzas internacionales que facilitaron una mayor prosperidad global, pero también han originado importantes desequilibrios.

Vivimos cierto desorden mundial con efectos evidentes: países que se alejan de los fundamentos de los valores universales, aumento del descontento social, polarización y auge de populismos y nacionalismos, mayor desigualdad, aumento del proteccionismo, conflictos económicos y geopolíticos, narrativas excluyentes, etc., que ponen en peligro la fortaleza de las democracias y soberanías nacionales.

Parece evidente que la globalización va a frenar su impulso, y creo que el mundo está en proceso de reorganización con implicaciones en materia empresarial y de inversiones. No obstante, hay grandes tendencias estructurales que seguirán facilitando el crecimiento económico y los beneficios empresariales en el mundo.

Franz Kafka pensaba que vivir es desviarnos incesantemente, aconsejando que la confusión no nos impida saber de qué nos estamos desviando. Es importante no perder el rumbo, las corrientes de fondo no variarán en exceso.

Artículo publicado en diario Sur el 9 mayo 2022 por el mismo autor, Rafael Romero