Nuestra sociedad estimula el espíritu competitivo como modo de vida. Los “triunfadores” son encumbrados. Para los “perdedores” no hay sitio. Sin duda, saber aceptar los fracasos y sacar partido de ellos es la medida más beneficiosa que pueden tomar las personas. Aunque el ser humano es consciente de que los científicos e investigadores contemplan el error como un paso valioso para poder avanzar, esta teoría no suele aplicarse.
Para John C. Maxwell, autor de El lado positivo del fracaso, muchas personas se quedan observando los triunfos de los demás justificándolos con la buena suerte, sin tomar en cuenta que la diferencia entre las personas con un perfil medio de éxito y los triunfadores es el concepto que tienen del fracaso y cómo lo enfrentan. Este profesional destaca que existen personas que no están preparadas para afrontar el fracaso; no obstante, hay que aprender a hacer del fracaso un amigo.
Los ejecutivos asumen el rol de auxiliares en un espacio social desconocido. Aunque pueden elegir dónde prefieren trabajar, se les recomienda que intervengan en el ámbito social que más reparos les genere. Las impresiones obtenidas brindando por ejemplo ayuda a la gente sin techo o a jóvenes drogadictas que viven de la prostitución, marcan más profundamente que los seminarios convencionales. A veces se les propone acompañar a ancianos en su agonía.
Enormes consorcios mundiales como DaimlerChrysler o Siemens, conocen el lado negativo de la ambición directiva y por ello buscan el objetivo de poner a examen sus escalas de valores, eliminar posibles prejuicios y ayudarles a pensar diferente, aumentando su sensibilidad. Creen que permite mejorar la competencia social, los recursos comunicativos y la capacidad para resolver conflictos. Daimler lo llama cambio de página. En Siemens le llaman Switch.
Hay teóricos del management convencidos que no es casualidad que en la segunda mitad del siglo XX surgieran grandes políticos y empresarios en Alemania crecidos en plena posguerra. En esa época, muchos experimentaron carencias, privaciones, pérdidas o humillaciones que les permitieron forjar un carácter más fuerte ante las adversidades y a la vez mantener dosis de humildad ante los éxitos, ya que sabían lo que es perder.
Aprender del fracaso
Todo el mundo ha sufrido algún fracaso tanto en su vida personal, estudiantil o profesional y todos sabemos que seguirán llegando a nuestras vidas. El fracaso es como una especie de indicador que nos dice que lo que hemos venido haciendo, tal como lo hemos venido haciendo no funciona o no da el resultado que esperábamos. Y que se espera un cambio en nosotros. A veces es cuestión de revisar nuestra ambición o de modificar los medios que hemos ensayado para alcanzar tal ambición. También el fracaso puede revelar que fuimos imprudentes al evaluar o que hemos utilizado los criterios incorrectos a la hora de evaluar.
Pero lo más importante es aprender de la resolución de estas pequeñas o grandes crisis. Cuando has superado sin traumas fracasos anteriores, estás más preparado para posteriores desafíos y obtienes una mayor capacidad para soportar los fracasos que pudieran llegar.