
Menos que cero es la rentabilidad esperada de un ahorrador conservador en un mundo de represión financiera como el actual.
El término hace referencia a una serie de políticas encaminadas a reducir el déficit de los gobiernos con la reducción de los tipos de interés, la compra de deuda pública, la impresión de dinero y otras medidas de regulación en el sector financiero.
El objetivo de un periodo de represión financiera es que mejore el crecimiento económico, presione moderadamente al alza la inflación y, manteniendo los tipos muy bajos, que dichos factores faciliten el coste del servicio de la deuda, reduzca su importe como porcentaje del PIB y erosione su valor real por la inflación.
La realidad es que la factura de la fiesta anterior la está soportando el ahorrador conservador, penalizándole con unas tasas de interés más bajas de lo que habrían sido en un mercado competitivo, con un efecto parecido a un impuesto.
La menor experiencia inversora facilita que las familias mantengan en España todavía un 40% de su ahorro en depósitos y efectivo. Los tipos medios de los depósitos financieros en España se contratan hoy al 0,10% anual con inflaciones esperadas alrededor del 1,5% y 1,8%. Y la situación se mantendrá.
Los mercados cotizan a futuro tipos de interés a 3 meses para dentro de cinco años todavía por debajo del 1%. Si le restamos las inflaciones esperadas, el resultado real será menos que cero, no solo este próximo año, sino los cinco próximos. No parece el mejor plan.
La naturaleza de las personas les conduce a tener aversión al riesgo, pero, racionalmente, el ahorrador español deberá convertirse en inversor y mejorar su capacidad de tolerar la incertidumbre, tomando decisiones de inversión encaminadas a salvaguardar su patrimonio de este largo periodo de represión financiera.
A menudo los diagnósticos de la realidad difieren y otorgan más valor del previsible a los acontecimientos. Por ejemplo, se recuerdan más las caídas bursátiles de hace diez años, que las fuertes recuperaciones que hemos vivido después, especialmente en carteras más globales.
Llegarán las crisis y las caídas en los mercados, ese es el comportamiento normal. No hay líneas rectas en la inversión, pero quizás las crisis que lleguen pudieran ser menos probables y de menor intensidad de lo que ustedes creen, y por hechos que hoy en día no esperamos.
Disfrutamos de un largo periodo de crecimiento económico más estable y global, con unos crecientes niveles de prosperidad, y un mundo en positiva transformación gracias al apoyo de la demografía y la tecnología, que pudieran potenciar su extensión futura y este, siempre, es el mejor escenario para las bolsas.
Artículo publicado en el dominical de Economía y Dinero del Diario Sur el 10 de marzo de 2019