A veces tomamos decisiones de largo plazo basadas en las emociones de corto plazo. El profesor en economía conductual George Loewenstein popularizó un sesgo cognitivo llamado “brecha de empatía frío-caliente”, planteando que las personas subestimamos la influencia de nuestros impulsos viscerales (los más intensos y primitivos) en nuestras preferencias, actitudes y comportamientos.
Loewenstein considera que tenemos una brecha de empatía con nuestro futuro al ser estado-dependientes, ya que nuestra capacidad de comprender y decidir son dependientes del estado anímico que tengamos. En un estado más “frío”, minimizamos nuestros impulsos más viscerales y tenemos dificultades para imaginar nuestro comportamiento en futuros estados “calientes”, cuando estamos dominados por nuestras emociones y no comprendemos adecuadamente hasta qué punto estamos siendo impulsados por lo que sentimos, aunque creamos que lo que realmente hacemos en el corto plazo está determinado por lo que queremos a largo plazo.
Por ejemplo, podríamos estar más dispuestos a tomar riesgos en el futuro de lo que finalmente estaremos si en un estado más calmado y racional -más frío- subestimamos el miedo que experimentaremos cuando se produzcan las situaciones que lo induzcan.
El miedo es la emoción más primitiva e intensa y es muy contagiosa. ¿El motivo? Activa nuestro sistema de alerta, puede bloquear nuestra razón y provocar una reacción impulsiva.
Lo que vemos estas últimas semanas nos muestra los peligros de vernos arrastrados por intensas emociones colectivas, que suelen producir un mayor impacto y respuestas masivas descontroladas que suelen empeorar la situación.
Con nuestro dinero, y para prevenir la brecha de empatía, Loewenstein recomienda establecer metas a corto plazo diseñadas para lograr objetivos a largo plazo, como, por ejemplo, establecer un plan de ahorro periódico que retroalimente la emoción positiva de ir acercándote a tus metas futuras. Así mismo, aconseja delegar la gestión de tus inversiones para prevenir tus propias decisiones impulsivas, adoptando un enfoque de cierto distanciamiento.
Keynes señaló que prefería estar aproximadamente en lo cierto que exactamente equivocado. Los momentos de pesimismo suelen ofrecen oportunidades y un mayor margen de seguridad en la inversión. No modifique en exceso sus planes, la historia muestra que estas situaciones suelen ser temporales.
Publicado el domingo 15 de marzo en el Diario Sur, suplemento Dinero y Empleo