El psicólogo Daniel Goleman, en su libro “El punto ciego”, plantea que los seres humanos tenemos un mecanismo psicológico de defensa, creando un punto ciego en nuestra mente que bloquea la conciencia de la memoria y practica una atención selectiva, facilitando ignorar verdades controvertidas o dolorosas de nuestra propia realidad.
Cuando invertimos, a menudo, las circunstancias y complejidad del entorno nos dificultan un análisis más profundo del escenario valorando probabilidades de eventos y su impacto en nuestros proyectos futuros, ralentizando una planificación de nuestro ahorro y planes de inversión asociados a nuestras necesidades.
La celeridad de los acontecimientos nos empuja a unirnos a un grupo en el que compartir una visión común, renunciando a una reflexión propia. Alineando nuestro parecer, nuestro punto ciego nos predispone a una atención “selectiva” a los mensajes que alimentan los sentimientos compartidos, desatendiendo aquellos que parezcan desmentirlos.
Recuerdo el teorema del mono infinito, que afirma que un mono que pulse al azar las teclas de un teclado durante una cantidad de tiempo infinito sería capaz de teclear cualquier novela. La realidad probabilística es que el mono tiene 1 posibilidad entre 318 trillones de escribir correctamente una palabra concreta de 8 letras. Es un número pequeñísimo, pero no 0, aunque si le damos infinito tiempo, siempre acabará consiguiéndolo.
En el momento actual, debemos entender que nunca sabremos exactamente cómo van a suceder las cosas. Hay que aceptar esta incertidumbre y apoyarse en expertos para identificar las distintas estrategias posibles y estimar lo mejor que podamos las probabilidades de que ciertos resultados se materialicen.
¿Y si los mercados ya han puesto en precio el posible deterioro económico? ¿He valorado posibles eventos positivos? El punto ciego nos oculta que ser optimista como inversor a largo plazo siempre es beneficioso, porque la probabilidad de que la economía global vaya bien es muy alta y siempre creará oportunidades que generarán buenos negocios, y estos serán rentables para los inversores.
Esta vez no será diferente. Los buenos precios para comprar siempre coinciden con las peores noticias. Si tenemos tiempo, construir carteras en mercados debilitados facilita conseguir mejores rendimientos cuando la marea se calma.
Artículo publicado por el mismo autor, Rafael Romero, en Diario Sur. 4-jul-2022