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¿Nos conducen a buenas decisiones nuestros instintos? Los seres humanos estamos programados para hallar soluciones sencillas y rápidas. Somos parcialmente ignorantes, con el tiempo limitado y un futuro incierto, por lo que las decisiones que tomamos de manera inconsciente son las más frecuentes.

Gerd Gigerenzer, en «Decisiones instintivas, la inteligencia del inconsciente«, cree que la mente se adapta y economiza al basarse en unas reglas sencillas que ignoran la mayoría de la información para acelerar la toma de decisión, y suelen conducirnos a resultados satisfactorios.

No obstante, tendemos a basarnos más en lo que creemos que en los hechos y datos que podemos observar, y este método aplicado al mundo de las inversiones no suele funcionar. Solo sobrevives si la suerte te acompaña.

Por ejemplo, ser optimista con las perspectivas del ciclo inmobiliario y pesimista con las bolsas no tiene sentido, al estar ambos positivamente correlacionados con la economía.

La falta de alternativas conservadoras está provocando que los inversores busquen fuentes de rentabilidad, por lo que muchos están queriendo apostar por el inmobiliario, sin darse cuenta de que es una inversión tan arriesgada como la bolsa, pero con más gastos de gestión e impuestos y menor liquidez.

Los mercados suelen tener un comportamiento caótico, sin reglas sencillas, y el éxito de las decisiones de inversión, incluso las intuitivas, dependerá en gran medida de la experiencia, porque ofrece la oportunidad de aprender de tus errores pasados.

Es probable que las bolsas coticen hoy un escenario especialmente distante de la realidad, por un instinto de supervivencia ante el ruido de fondo que nos impide conciliar el sueño. ¿Saben que los titulares negativos afectan emocionalmente el doble que la alegría de las noticias positivas?

Una buena recomendación de comienzo de ejercicio es obligarse a reflexionar, con serenidad y la ayuda de un asesor especializado, sobre la planificación de su ahorro, consumo e inversión, en un proceso disciplinado y vinculado a sus horizontes y objetivos vitales. Dicho plan, a pesar de las emociones que generan entornos cada vez más complejos, será su brújula para que los instintos no le cambien de rumbo.

En 2019 seguiremos atentos a la geopolítica, que debiera ir reduciendo presión sobre los mercados en los próximos meses y, aunque la economía se ralentice un poco, hay reducidas probabilidades de observar una recesión en el horizonte inmediato, posibilitando los mercados reajustes de cartera con activos de riesgo para obtener unos mejores rendimientos medios en el largo plazo.

El futuro siempre es incierto, pero mi instinto me dice que este 2019 puede ser un mejor año del que la mayoría está esperando.

Artículo publicado en el Diario Sur (Málaga), en su suplemento dominical «Dinero y Empleo» de fecha 13 enero 2019