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Identificamos el dinero con los activos que aceptamos como medios de pago y de cobro, pero en nuestra personal relación con el dinero, influyen nuestras creencias, valores y actitudes, así como nuestras vivencias, circunstancias y momento vital.

El dinero tiene numerosas representaciones. En “Las máscaras del dinero”, el profesor Sánchez Capdequí reflexiona sobre la definición del dinero que dan numerosos autores “como el medio de los medios que se ofrece a cualquier tipo de valor y motivo, que se brinda a lo más noble y a lo más vil, al amor y a la guerra, al altruismo y al egoísmo”.

El dinero es dual, nos recuerda momentos de escasez y conflictos, así como de abundancia y prosperidad. Puede generar disfrute y sacrificio, esperanza y desánimo, entre otras.

Algunos estudios aseguran que el dinero genera una gran fuerza motivadora. Basta con escuchar, pensar o manejar dinero para sentirnos mejor, trabajar mejor y hasta aguantar más dolor físico, con un efecto parecido al de una droga estimulante.

En 2011, más de 100.000 personas participaron en el Big Money Test, una encuesta diseñada para la BBC por los profesores Furnham y Fenton-O’Creevy con el objetivo de conocer las relaciones psicológicas y emocionales entre el dinero y el comportamiento de las personas.

Llegaron a la conclusión de que hay cuatro formas de relacionarse con el dinero en función de nuestras motivaciones: el dinero como poder, usado como estatus y ganar influencia en los demás; el dinero como generosidad, con una orientación a complacer y generar afectos; el dinero como seguridad, primando sentirse seguro en el presente y el futuro; y el dinero como libertad, que asegura la independencia y facilita cumplir sus deseos.

Por ejemplo, quien ve el dinero en términos de seguridad tiende a tener razonables resultados financieros por su mayor control del riesgo, mientras que quien lo considera desde la perspectiva del poder, aumenta en exceso el riesgo y suele tener peores resultados.

En el citado estudio, los psicólogos también descubrieron que la relación con el dinero es negativa para muchas personas, generándoles preocupación, ansiedad o culpabilidad.

Sin embargo, el dinero no es el fin, sino el medio que nos permitirá alcanzar nuestros proyectos personales, familiares y empresariales, por lo que deberemos conocernos y entendernos mejor, respondiéndonos al cómo, al por qué y al para qué nos relacionamos con el dinero.

Si equilibramos nuestras motivaciones en la relación con el dinero, como el medio para conseguir el fin último de la estabilidad financiera, la independencia económica y la realización personal por el cumplimiento de un proyecto vital, nuestra vida tendrá un mejor sentido.

Artículo publicado en el Dominical de Economía del Diario Sur el 10 de febrero de 2019