
Lao-Tse fue un filósofo chino del siglo VI a.C. al que se atribuye el libro “Tao Te King”, el Tao, una obra esencial del taoísmo que muestra cómo vivir en armonía con el universo.
La filosofía taoísta cree que la forma más adecuada de enfrentarte a una situación es no actuar, en términos de no forzar la realidad, aceptar lo que sucede a nuestro alrededor y adaptarnos para permitir el fluir de la existencia, como el agua de un río.
El Tao nos invita a ser como el agua, porque el agua fluye de forma natural, y su capacidad de adaptación y flexibilidad le permite ir encontrando el camino para superar sus obstáculos.
Este consejo lo popularizó Bruce Lee (1940-1973), un maestro en artes marciales, actor y doctor en filosofía, en un anuncio de automóviles a finales de 2006 con su expresión “Be water, my friend”.
En el Tao se asocia la flexibilidad a la existencia de vida, y la rigidez con la muerte: “Date cuenta de que el árbol más rígido es el que más fácilmente se quiebra, mientras que el bambú o el sauce sobreviven al inclinarse con el viento”.
Otra cualidad del agua es su humildad. La humildad, como conciencia de tus propias limitaciones, proviene de la raíz humus, que significa tierra. El agua desciende naturalmente a las superficies más bajas, pegado a la tierra, y no busca reconocimientos.
Ser flexible y humilde, son buenos consejos para invertir. Ser flexible para ir adaptándote a un mundo en plena transformación. El dónde invertir y cómo invertir va evolucionando, y, a menudo, nuestras tradicionales creencias dificultan aprovecharnos de las grandes oportunidades que se generan en este nuevo ciclo actual.
Por ejemplo, cuando observamos los múltiplos históricos de las bolsas, debemos ser conscientes de que las empresas cotizadas son muy distintas en nombres y sectores, primándose cada vez más el talento frente al capital, dificultando su comparación. También, el mundo se ha globalizado más intensamente y ahora la diversificación geográfica se busca en donde se generan los ingresos frente al domicilio social.
Necesitamos ser humildes para reconocer nuestras limitaciones a la hora de tomar las mejores decisiones.
Como afirmó Descartes, la duda es el principio de la sabiduría. Tras la duda, tenemos que entender que con ayuda de buenos profesionales podemos mejorar nuestros resultados, y la certeza de que necesitamos una gestión más global y diversificada en un mundo más incierto.
Con flexibilidad y humildad encontraremos el camino por el que el agua seguirá fluyendo.
Haz caso a los maestros y sé como el agua, amigo mío.
Artículo publicado en el Diario Sur, el 14 de julio de 2019