Estamos inmersos en profundos cambios tecnológicos, geopolíticos y sociales que están transformando los actuales modelos económicos e industriales, y como plantea el economista Fernando Trías de Bes en El gran cambio, probablemente podremos paliar mejor la situación inspirándonos en las teorías de la evolución de Darwin que en políticas económicas keynesianas.
En términos laborales, este entorno es de auténtico tsunami y nuestra empleabilidad, definida como la aptitud para encontrar y conservar un trabajo, progresar y adaptarse al cambio a lo largo de la vida profesional, tendrá que enfrentarse a estos nuevos retos con un mayor esfuerzo de adaptación y evolución.
Aunque muchos empleos resultarán cada vez más prescindibles, especialmente aquellos cuyas funciones sean más rutinarias, seguirá creciendo la oferta de nuevos empleos vinculados al manejo de las tecnologías emergentes, como la inteligencia artificial, el análisis de datos, seguridad informática, etc., así como de profesionales que mantengan el contacto directo con los clientes.
Los gurús también consideran que aumenta la obsolescencia de las habilidades más técnicas (denominadas Hard Skills). Recientemente el CEO de Adecco Group, una compañía especializada en recursos humanos, advertía que el 40% de las capacidades y habilidades aprendidas desaparece en un periodo de tres años, lo que significa que en diez años el profesional está obsoleto. Sin duda, tenemos la obligación inexcusable de mantener la formación y aprendizaje continuo a lo largo de toda nuestra vida laboral.
Así mismo, el trabajador con mayores oportunidades de sobrevivir deberá potenciar las habilidades denominadas blandas (Soft Skills), como su pensamiento crítico y analítico, el razonamiento y la resolución de problemas, su creatividad, la negociación y toma de decisiones, su liderazgo e influencia social, su habilidad de trabajar en equipo, de planificar o de comunicarse y su resiliencia para afrontar un entorno mucho más vulnerable, incierto, complejo y ambiguo.
Estas habilidades más “humanas” son transversales a cualquier función en la empresa y mejorará nuestra empleabilidad en una visión cada vez más extendida de que vamos hacia un modelo laboral más flexible y menos seguro, con más autoempleo, empleos parciales y un aumento del trabajo por proyectos. Según un estudio reciente, 53 millones de estadounidenses ya trabajan por cuenta propia, lo que representa un 34% de toda la clase trabajadora del país, y se espera alcance el 50% de la fuerza laboral.
En el plano patrimonial, convendría reflexionar sobre si alquilar o comprar una vivienda habitual y, en el plano financiero, construir un fondo de emergencia e inversiones para el futuro, siempre asociados a una planificación que valore nuestras circunstancias personales, ingresos, gastos y las opciones de rentabilidad, riesgo y liquidez necesarias.
Deje de preocuparse, la solución es ocuparse.
Artículo publicado el Domingo 10 de noviembre 2019 en Diario Sur, Suplemento Dinero y Empleo