La resiliencia parece mostrarse como una cualidad que conviene buscar. La resiliencia es un término que se toma de la resistencia de los materiales que se doblan sin romperse para recuperar la situación o forma original. Hoy la definimos como la capacidad de una persona de hacer frente a las adversidades de la vida, recuperarse y proyectarse positivamente en el futuro por la experiencia.
Ser resiliente significa ser más resistente a los acontecimientos negativos, pero procurando salir fortalecido por estos. Si somos más resilientes, mantendremos una actitud más positiva en las circunstancias más difíciles, aprenderemos del proceso y transformaremos la circunstancia en cuestión en una oportunidad de mayor desarrollo.
En general, las personas más resilientes no se preguntan por qué, sino cómo. Suelen ser más conscientes de sus capacidades y limitaciones. Se plantean objetivos alcanzables y aprovechan los recursos y oportunidades que estén a su alcance con paciencia y perseverancia, gestionando mejor la incertidumbre.
Además, ser más resilientes nos permite ser conscientes de que necesitamos ser más flexibles, porque entendemos que los cambios y la evolución son condiciones necesarias para sobrevivir y mejorar, especialmente con la velocidad a la que se suceden en la actualidad los cambios, que transforman nuestra forma de vivir, trabajar y relacionarnos.
Los inversores también deberían mejorar su estructura patrimonial para aumentar su resiliencia inversora y ajustarse a sus planes y metas.
En general, realizar un mayor esfuerzo en la construcción de carteras más eficientes en términos de rentabilidad potencial y riesgo asumido, siempre asociados a carteras más diversificadas en activos menos correlacionados y de mayor calidad, es la estrategia elegida por la mayoría de los inversores profesionales para mejorar su capacidad de afrontar situaciones más complejas sin renunciar a los objetivos de largo plazo establecidos.
La liquidez es un factor absolutamente esencial para afrontar mejor las turbulencias que nos traerá un entorno más volátil e incierto. Construir estructuras patrimoniales más resilientes implica, también, estructurar una parte de nuestro bolsillo patrimonial en activos financieros que son los que pueden ofrecer la liquidez que necesitemos para sortear los obstáculos en casos de necesidad sin perder el enfoque de dónde queremos llegar.
Jim Rohn, un escritor y exitoso conferenciante nos ofreció un buen consejo: “Aprende a ser feliz con lo que tienes mientras persigues todo lo que quieres”. En la vida personal, laboral y financiera, la realidad es que los caminos nunca son rectos y las tormentas de vez en cuando llegan, pero, normalmente, siempre acaba saliendo el sol y si no te has desviado en exceso del plan trazado, manteniendo la calma y tus convicciones, las metas realistas que persigas siempre podrán alcanzarse.
Artículo publicado en el Diario Sur, suplemento «Dinero y Empleo» el domingo 8-12-2019