¿Tiene que haber siempre ganadores y perdedores en el mundo empresarial? Existe una estrategia nacida en la teoría de juegos que valora la búsqueda de oportunidades de colaboración tipo ‘ganar-ganar’ con otras empresas, buscando un beneficio común que, de otra manera, sería ser más difícil de alcanzar.

Esta estrategia se denomina coopetición, un método que va más allá de las viejas reglas de la competencia y la cooperación, y que combina las ventajas de ambas. Desarrollado por los profesores Nalebuff y Brandenburger en 1996, se aplica a las posibles alianzas y unión de esfuerzos para crear o hacer crecer un determinado mercado y maximizar, así, los resultados individuales.

La coopetición elige cooperar con los que podemos concebir como competencia y con otras empresas complementarias que pudieran mejorar nuestra aportación de valor, haciendo que solo compitamos en determinados ámbitos. Separa, por tanto, el proceso de crecimiento de valor -intrínseco a la cooperación- de la adquisición del valor, una actividad naturalmente competitiva.

Alianzas estratégicas con competidores o con la cadena de valor del sector, creación de sociedades conjuntas, spin off, acceder a capital riesgo, etc. son algunas de las estrategias posibles. Y, como ejemplos, tendríamos a los programas de investigación colaborativos de la industria global farmacéutica y el mundo científico para desarrollar nuevos medicamentos y vacunas frente al COVID-19. También, a las compañías de telecomunicaciones que comparten infraestructuras, los fabricantes de automóviles que hacen lo mismo con motores o plataformas, o la colaboración entre bancos, empresas de servicios de inversión y compañías de seguros, etc.

Los beneficios de la coopetición son evidentes: compartir experiencias y recursos, aumentar mercados y tu propuesta de valor, obtener economías de escala, disminuir riesgos, o mejorar la productividad y competitividad.

En el actual entorno de menor demanda y cambios de hábitos de nuestros clientes, tenemos la responsabilidad de anticipar lo que pueda venir, siendo necesario un nuevo análisis estratégico de tu empresa para optimizar las oportunidades de negocio y asegurar su viabilidad y rentabilidad futura en un mundo poscoronavirus.

Recordando a Peter Drucker, la planificación a largo plazo no se ocupa de las decisiones futuras, sino del futuro con las decisiones actuales.

Publicado el domingo 6 de septiembre 2020 en Diario Sur, suplemento Dinero y Empleo

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