El psicólogo Tim Pychyl definía la procrastinación como una voluntaria e innecesaria dilación de tareas y responsabilidades que sabemos debemos llevar a cabo y cuya dilación puede perjudicarnos.

La tendencia a aplazar suele dificultar la consecución de objetivos, incrementa nuestros sentimientos negativos e, incluso, puede perjudicar a nuestra salud, pero todos somos procrastinadores porque estamos programados para buscar sensaciones placenteras, evitando el dolor.

Aunque somos conscientes de que evadir algo que deberíamos hacer nos hace sentir mal, la decisión responde a no querer afrontar la gestión del estado de ánimo negativo vinculado a esa tarea, como la ansiedad, el miedo al fracaso o, sencillamente, posponer tareas importantes que nos exigen concentración y esfuerzo.

En definitiva, tendemos a dudar y posponer, y acabamos priorizando las necesidades de corto plazo frente a las de largo plazo, en muchas personas es un hábito, una respuesta habitual a determinadas tareas o situaciones. Le restamos importancia, iniciamos lo urgente antes de lo importante, esperamos a tener más información, nos excusamos en la falta de tiempo o, sencillamente, decidimos que no nos apetece hacerlo.

Con respecto a nuestro patrimonio, todos los expertos avisan de que la inflación va a llegar muy pronto, lo que, unido a un incremento de ahorro generado durante la pandemia tanto por previsión como por imposibilidad de nuestros gastos habituales, nos obliga a realizarnos una sencilla pregunta: ¿debería dedicar tiempo y esfuerzo a una estrategia para preservar mi patrimonio del coste de no hacer nada?

La tarea de planificar nuestro futuro abordando estrategias de ahorro e inversión en un ciclo alcista de los precios y con tipos de interés nulos no es tarea fácil, pero debemos ser conscientes de que el paso del tiempo reduce nuestras posibilidades futuras.

Quizás debamos desaprender para evolucionar, abandonar viejas convicciones y aprender a enfocar nuestra estructura mental en un nuevo escenario, que racionalmente nos invita a tomar decisiones distintas sobre cómo afrontar los retos presentes y metas a futuro.

El ahorro acumulado no es el fin, sino el medio que nos permitirá alcanzar nuestros proyectos personales, familiares y empresariales. Conviene ocuparse frente a preocuparse.

Artículo publicado en Diario Sur, 8 marzo 2021

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