En 1798, el afamado demógrafo Thomas Malthus afirmaba que la población tiende a crecer en progresión exponencial, mientras que los alimentos solo podían aumentar en progresión lineal, por lo que creía que la población se encontraría siempre limitada a la disponibilidad de recursos.

Aunque el pesimismo suele dominar el relato público, la humanidad no ha colapsado. Resolvimos los mayores retos que fueron llegando, como la producción suficiente de alimentos, la mejora de ingresos y la esperanza de vida, así como una reducción de la violencia, las enfermedades o la mortandad infantil.

 En “El optimista racional” (2010), Matt Ridley se preguntaba sobre los límites de nuestra capacidad de progreso y entendía que la prosperidad emana del comercio, de nuestra tendencia al intercambio de bienes, que facilita el conocimiento, la fluidez de las ideas y el desarrollo. Una mentalidad colectiva que ha permitido resolver los principales desafíos y elevar los estándares de vida al apalancarnos en una ilimitada capacidad de innovación.

Peter Diamandis y Steven Kotler en su libro “Abundancia, el futuro es mejor de lo que piensas” (2013), demostraban cómo la aceleración del proceso tecnológico ha convertido en abundantes unos recursos que eran escasos, como alimentos, agua o energía y apostaban a que en la próxima década, las tecnologías de crecimiento exponencial como, la inteligencia artificial, los nanomateriales, la computación cuántica, la biología sintética, etc. nos permitirán obtener unos avances muy superiores a los que hemos conseguido en los últimos 200 años.

Los mismos autores, en “El futuro va más rápido de lo que crees” (2020), amplían la velocidad y tamaño de la transformación futura por el poder de la convergencia de diversas tecnologías en aceleración. Por ejemplo, el rápido desarrollo de nuevos medicamentos por el avance exponencial de la biotecnología apoyado por la inteligencia artificial y la informática cuántica.

El pasado reciente nos enseña que, ante los grandes desafíos, el mundo colabora y se apalanca en la innovación y tecnología para progresar. La angustia por el presente nos impide visualizar un futuro que será mejor y llegará más rápido de lo que pensamos.

Artículo publicado por el mismo autor, Rafael Romero, en Diario Sur, el 6 febrero 2023.