La globalización económica refiere la integración de las economías mundiales, especialmente a través del comercio y los flujos financieros, pero también a la transferencia de conocimientos y tecnología y el desplazamiento de personas entre distintos países. El término globalización abarca, además, aspectos más amplios en términos culturales, políticos y medio ambientales.

La facilidad de las transacciones comerciales y financieras internacionales ha promovido la eficiencia empresarial desde la competencia y la especialización, beneficiándonos de importaciones más baratas y mercados más amplios a los que exportar. Ha posibilitado un gran crecimiento económico, generado riqueza y bienestar a la población, el aumento de productos disponibles, el intercambio cultural y difusión del conocimiento, la reducción de los niveles de pobreza mundial, nuevas formas de consumo, más acceso a mano de obra, tecnología, materias primas, etc. 

Pero el proceso también ha traído costes, desde el desigual reparto de la riqueza, el efecto adverso en la mano de obra menos cualificada de los países desarrollados, la concentración de capital en grandes multinacionales con la pérdida de competencia de las empresas locales, y cierta pérdida de las identidades nacionales.

Es evidente que la globalización se está ralentizando, usándose el término “Slowbalisation” para describirlo.

Los costes asociados han provocado una reacción en los últimos años que ha facilitado el auge del nacionalismo populista en países como Estados Unidos (Trump) o el Reino Unido (Brexit), un giro proteccionista y la ruptura de tratados de libre comercio, entre otros.

La pandemia, que amenazó las cadenas de suministro, o la propia guerra de Ucrania, que puso de relieve la excesiva dependencia de muchos países de Rusia, han reabierto el debate sobre una globalización distinta, que ya estaba materializándose, observándose una desaceleración del comercio de bienes manufacturados, que tiende a la regionalización, frente a un incremento notable de los flujos asociados a servicios y datos.

La “Slowbalisation” señala un punto de inflexión y la apertura de una nueva fase de globalización, más digital, regional y sostenible que irá moldeando las economías y nuestras vidas, obligándonos a seguir y entender como empresarios, ahorradores e inversores. 

El artículo se publicó en Diario Sur el lunes 6 de marzo por el mismo autor, Rafael Romero