La reciente salida masiva de depositantes e inversores de algunos bancos foráneos y su impacto en el resto del mercado me ha recordado los efectos de la aleatoriedad de los mercados, en los que los eventos suelen ser sorpresivos, de resultados casuales e impredecibles y, a menudo, de valor impactante.

La aleatoriedad está ahí, de forma natural e intrínseca en los mercados, y es muy importante ser consciente del riesgo que estamos asumiendo en nuestras estrategias de inversión. El gran inversor Howard Marks, en “Lo más importante para invertir con sentido común”, plantea que no hay mayor riesgo que cuando no se percibe el riesgo, porque gran parte del riesgo es subjetivo, está oculto y no es cuantificable.

La consciencia del riesgo es una valoración subjetiva del riesgo que tenemos y habitualmente no se ha identificado ni evaluado correctamente. Marks nos recuerda que ninguno de nosotros puede tener la certeza de lo que ocurrirá en el futuro, por lo que el riesgo es algo de lo que no podemos escapar, y aconseja abordarlo desde la necesidad de entenderlo, reconocerlo y controlarlo.

Una medición del riesgo por comportamientos pasados no nos muestra con claridad si una inversión es arriesgada o no. A menudo no pasan cosas desagradables y esto no significa que no hayas asumido un riesgo elevado. Entendamos que el riesgo significa que pueden pasar más cosas de las que van a pasar.

El riesgo que más preocupa a Marks es el de poder perder dinero de forma permanente, y puede gestionarse con una más eficiente diversificación y horizontes más amplios de inversión, pero hay otros riesgos de los que deberíamos ser conscientes.

Uno de ellos es quedarse corto en nuestros objetivos financieros por una mala planificación de nuestras necesidades futuras, o de no implementar la estrategia que facilite los recursos y rentabilidad necesaria para alcanzar nuestros objetivos, siempre que dispongamos del tiempo suficiente para satisfacerlos.

Adicionalmente, necesitamos alcanzar mejores retornos para preservar el valor real de un patrimonio con inflaciones altas, obligándonos a implementar estrategias con un riesgo bien medido, controlado y gestionado.

Artículo publicado por el mismo autor, Rafael Romero, en Diario Sur el 20/03/23